El presidente de la Asociación Española de Biogás, Francisco Repullo, remarca que, si bien la tecnología tiene el potencial para convertirse en un polo para toda Europa, los objetivos planteados por el gobierno no son los suficientemente ambiciosos.
De acuerdo a números del Registro Administrativo de Instalaciones de Producción de Energía Eléctrica (PRETOR), del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, en España hay 130 instalaciones generadoras de biogás, con una producción estimada de 2,74 TWh.
En diálogo con Energía Estratégica, el presidente de la Asociación Española de Biogás (AEBIG), Francisco Repullo Almagro, comenta que la industria en el país se encuentra “en un estado optimista y con grandes expectativas”.
“El gran potencial de España, la creciente demanda de gases renovables para alcanzar los objetivos de descarbonización y los de autosuficiencia energética, hacen que tengamos la confianza de que su desarrollo será imparable e inminente”, asegura el directivo.
Siguiendo esta línea, describe algunos aspectos en los que el biogás puede atraer a miembros de la industria y parte de la sociedad: “Un punto es el medioambiental, la valorización de residuos, la generación de empleo en el medio rural, la producción de bioproductos, o la generación de una energía renovable, autóctona, local, almacenable y gestionable. Es un paradigma de la economía circular”.
No obstante, el dirigente de AEBIG sostiene que el Gobierno debería incentivar más el desarrollo del biogás teniendo en cuenta que, a pesar de que España es el tercer país con más recursos para producir biometano de Europa, está atrasado respecto a sus pares. “No hay más que mirar a nuestro alrededor y aprender de los que casos de éxito que nos rodean, una de las pocas ventajas de llegar algo tarde”, observa de manera optimista el dirigente.
Y destaca: “Hay diversas formas de impulsar el biometano, desde ayudas al CAPEX, garantizar tarifas mínimas, desgravaciones fiscales, etc. Pero no sólo económicas, también la agilización de permisos y licencias, por ejemplo, es otro de los temas demandados por las empresas de este sector”.
Objetivos poco ambiciosos
Asimismo, Repullo Almagro hace hincapié en la hoja de ruta del biogás, advirtiendo que, si bien marca un camino a seguir, en su opinión es “muy poco ambiciosa”.
“Marca un objetivo para 2030 de que un 3,5% del consumo de gas sea de biometano, mientras que otros países de nuestro entorno han aceptado el objetivo establecido por la Unión Europea de que sea del 10%”, explica Repullo Almagro.
Cabe recordar que, la hoja de ruta de esta tecnología es regulada por el Ministerio para la Transición Energética, y adjudica una línea de ayudas con un valor de €150 millones para proyectos singulares de biogás, y forman parte del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia (PRTR).
Finalmente, da su opinión sobre el rol de los biogases en la transición energética, subrayando que todas las energías renovables son importantes para alcanzar la neutralidad climática en el 2050, objetivo del Plan Nacional Integral de Energía y Clima (PNIEC).
“No hay que olvidar, que el biometano es mucho más que una energía renovable, es también una tecnología “limpia y limpiadora”, ya que evita las emisiones de gases invernadero de las materias orgánicas en descomposición, además de las otras externalidades positivas que potencia en la industria y la sociedad”, indica Repullo Almagro.